Antes de los dieciséis años me echaron a la calle, condenado por un delito que no había cometido.
Desde entonces no he hecho nada de lo que estar orgulloso.
Por eso un hombre como yo no está hecho para ser padre.
Y si este niño tuviera otra opción no intentaría serlo ahora.
Pero por una vez voy a dar un paso adelante.
Corregiré el peor de los viejos errores.
Pretenderé que este apellido mío sea algo decente.
Intentaré ser mejor de lo que soy por el bien de mi hijo.
No sé si alguna vez me libraré de mis pecados.
Lo que sí sé es que tal vez no sea prudente acercarse para averiguarlo.
En este caos camina Isabella Gentry.
Se le advirtió que mantuviera la distancia.
Fui yo quien le advirtió.
Ella es hermosa. Es testaruda. Es muy mimada.
Y, gracias a una extraña cadena de acontecimientos, es mi maldita compañera de piso.
Una parte de mí quiere poner su mundo patas arriba de la forma más cruel imaginable.
El resto de mí quiere adorar el suelo que pisa.
Esto puede ir de dos maneras.
O bien decidiré ser la peor versión de mí mismo.
O renunciaré al pasado para construir una familia y un futuro.
Y quizás en el camino demuestre algo.
Que el tipo al que todos odian puede ser redimible...
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